Kisling le pidió a Thora que me buscara un vestido para la exposición de Taitbout.
Quería que estuviera a la altura del acontecimiento. Esas fueron sus palabras. Así se
lo dijo y a mí me sonó a «voy a vestirte de la mujer que debes aparentar ser». Nunca
había tenido que aparentar nada porque mi vida había sido transparente para todo el
mundo, como la de toda mi familia. Cuando eres pobre no existes. Solo los francos te
hacen visible: «El dinero tiene campanillas —decía mi madre—, todas las cosas caras
hacen mucho ruido». 


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