Sagrario murió en mayo, después de tantos sufrimientos, y tuvo un entierro en el que
la iglesia se abarrotó. Hubo muchas flores sobre su tumba en la primera semana, y
luego nada ya. Todos los días la pequeña y yo acudíamos al cementerio para evitar
que las coronas se echasen a perder. La pequeña espantaba a los gatos que se colaban
bajo la verja de la entrada, recogía las palmas y flores de los ramos, y me preguntaba
si alguna de ellas era venenosa. Las arracimábamos con cuidado para secarlas en mi
prensa. Mi madre quería componer un álbum con esas flores, las cintas y la trenza de
pelo que le había cortado a mi hermana.

Comentarios

Entradas populares