No era guapa. Era una de esas con las que los chicos
podían acostarse, salvo que ella no quería acostarse con ellos, y eso los enfurecía. Era
una chica tímida; no tenía confianza en su cuerpo. No se veía en un espejo y pensaba
«Ésa soy yo», sino que pensaba «¿Ésa soy yo?», con dudas, con desconfianza.
Tampoco se fiaba de sus profesores cuando la elogiaban y la animaban. Si una era
una Spivak, tenía que sospechar que lo hacían porque se apiadaban de ella. Tenía que
sospechar alguna cosa. «Quieren darte esperanzas y luego se reirán de ti.»


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