—No quiero ser profesora, nunca he querido.
—Y entonces ¿para qué estás estudiando oposiciones? —preguntó mi madre,
mientras se aflojaba un poco la bufanda. Estaba claro que mi noticia les empezaba a
dar más calor que las tres estufas que mal funcionaban.
—Porque tampoco hay trabajo en investigación. Y no quería irme al extranjero —
me justifiqué—. Por eso lo de las oposiciones me pareció lo más lógico…


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