Leí tiempo después, en una revista gastada, en el dentista, que de llorar mucho pueden acabar secándose los ojos.
El autor decía que hay circunstancias en las cuales parece que las lágrimas no son
suficientes y del exceso de llorar, el ojo se seca de tanta lágrima, es entonces —
contaba— cuando el gemido pasa a ser un gemido que golpea el alma en algún lugar
del pecho y que duele más que la desesperación en la que uno está inmerso. 
No sé. El peor sentimiento no es estar solo.

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