—Las prendas vintage están ahora muy buscadas, ¿verdad?

—Sí, muy buscadas. —Extendí a toda prisa varios ejemplares de Vogue de los
años cincuenta sobre la mesa de cristal que había junto al sofá—. Las mujeres quieren
individualidad, no productos fabricados en serie, y eso es lo que les proporciona el
vintage. Vestir esta clase de ropa indica originalidad y buen gusto. Una mujer puede
comprar en High Street un vestido de noche de doscientas libras —proseguí, más
contenta ahora con la entrevista— que al día siguiente apenas vale nada. Por el
mismo precio puede comprarse algo confeccionado con una tela espléndida, que
nadie más lucirá y que, si la mujer no lo estropea, aumentará de valor. Como esto. —
Saqué un traje de noche de tafetán de seda azul petróleo diseñado por Hardy Amies
en 1957.

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