En los mitos —afirmó— siempre está la inquietud del más allá. El deseo de
parar el tiempo. El culto a Hécate, por ejemplo —siguió contando Uta—, fue una
estratagema humana para predisponer favorablemente a una diosa temible. Aunque lo
que realmente temían los dioses era el poder que podían poseer las mujeres.

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