Aquella primavera, la de 1950, había sido especialmente húmeda.

En Hart House se inundó toda una zona al fondo del jardín y se formó una charca poco profunda donde los azafranes asomaban animosos sus cabezuelas, como niños temblando de frío en una clase de natación. La gravilla clara en los senderos del jardín se había vuelto verde, cada piedrecita envuelta en una capa húmeda y transparente de cieno, y no podía uno sentarse en los dos bancos de cemento que flanqueaban la puerta que daba al río sin descolocar primero a los caracoles y babosas adheridos a ellos.


Comentarios

  1. Buena manera de comenzar un dimigo , adentarse en los jardines..

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  2. Encontrar "tu" rinconcito en la naturaleza es fantástico. Feliz semana Maria!!!!

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