El jardín de Proserpina. Randolph Henry Ash



Allí están estas cosas: el vergel,
el árbol, la serpiente, la áurea fruta,
la mujer en la sombra de las ramas,
el curso de agua y el espacio herboso.
Allí están y allí estaban. En el huerto
hespérido, confín del viejo mundo,
pendía dorado el fruto en las eternas
frondosidades, y el dragón Ladón,
erizando la enjoyelada cresta,
a áurea garra afilando, descubriendo
el argentado diente, dormitaba
a la espera —toda una eternidad—
de que Heracles, el héroe trapacero,
llegase a desposeerle y expoliarle

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